jueves, 28 de abril de 2011

Realidad.

Odio que las cosas buenas cambien. No soporto que de un día para otro la vida nos cambie a un color más oscuro, un color distinto. Y por eso no me gusta recordar. Recordar es como volver al pasado. Sentir lo feliz que eras antes y volver a saborear esa felicidad a partir de tus pensamientos. Pero cuando despiertas de nuevo, te tropiezas con un sabor amargo, un sabor que a nadie gusta, un sabor llamado realidad. Y de repente se caen por la borda las ganas de vivir, de seguir soñando. Piensas en lo que has perdido y en las ganas de querer recuperarlo. Maldita ignorancia. Aún parece en ocasiones que te queda algo de esperanza. Pero todo termina en un soplido, uno de esos que se los lleva el aire, y el viento los acoge otra vez como si fueran suyos, y hace que sientas que todo se ha ido. Que te han robado la manera de acariciar ese pasado para sentir a veces lo felices que fuimos. Y lo poco que lo seremos ahora. La única cura, volver a verte. Demostrarte que puedo mirarte a la cara y decirte que eres lo más bonito. Por que lo eres, eres lo mejor que me ha pasado. Y por lo tanto, quiero recordarte por mucho que me duelan todas las putas cicatrices que me hiciste aquí dentro. En mi alma, ahí donde están los más profundos sentimientos que dejaste marcados, como una huella imborrable en el recuerdo de querer volver a sentirte, y de no poder volver a respirarte.

1 comentario:

  1. Gracias por copiarme el relato. Gracias eh, que poca vergüenza. Por lo menos pide permiso, ¿No?

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